Fernando Cordero Cueva
En 2019, el 86% de los habitantes de Girón rechazó en consulta popular la explotación de oro, plata y cobre en el páramo de Kimsacocha. En 2021, más del 80% de los cuencanos hicimos lo mismo. Y hace apenas unas semanas, los exalcaldes de Cuenca, de los últimos 30 años, volvieron a levantar la voz: la minería amenaza nuestra vida y nuestro futuro porque pone en riesgo el agua. Casi todos los argumentos para defender el agua han sido ambientales. Vale la pena revisar el supuesto “argumento económico” que esgrimen los defensores de la explotación minera: “…llegaran millones de dólares para el desarrollo de Cuenca y el Azuay...”. Aunque la Ley de Minería (art. 93, reforma 2023) establece que el 100% de las regalías se queda en el país, su distribución se hace vía el Ministerio de Economía y Finanzas y el Banco de Desarrollo del Ecuador (BDE). En el papel, corresponde: 45% al Gobierno Provincial de Azuay, 35% a los municipios del área de influencia (Cuenca, Girón y San Fernando) y 20% a las juntas parroquiales del área de influencia. No es un mecanismo automático: depende de la voluntad política y la ejecución centralista, que decide cuándo y cómo se transfieren esos recursos.
Según la tabla adjunta, Cuenca recibiría regalías del orden de 4,36 millones de dólares al año. Una cifra menor a la tercera parte de lo que nosotros aportamos anualmente en contribución de mejoras a la Municipalidad de Cuenca y que vemos transformarse en calles, parques y obras tangibles
¿Y qué decir de otras comparaciones que podemos hacer, por ejemplo, con las remesas de nuestros migrantes? La renta minera para Azuay es microscópica frente a los 1.500 millones de dólares anuales en remesas que envían nuestros hermanos que residen en el exterior. Eso significa que la minería aportaría 238 veces menos que lo que ya recibimos año a año gracias al esfuerzo y sacrificio de los más pobres que han abandonado la patria por falta de oportunidades. ¿De verdad vamos a arriesgar el agua de Cuenca por esa “puchuela” de dólares?
¡Ni por todo el oro del mundo!... y menos aún por tan poco.
Existen alternativas mucho más rentables y sostenibles que solo requieren un gran acuerdo público-privado: una conexión ferroviaria y vial que nos integre mejor al Ecuador, un nuevo aeropuerto de carga y pasajeros en Victoria del Portete, proyectos turísticos urbanos y rurales que muestren nuestra cultura en toda su riqueza. Construir una nueva presa que permita bombear el agua ya turbinada, de vuelta a Mazar creando así un sistema hidroeléctrico con recirculación del agua, capaz de generar energía limpia de forma prácticamente inagotable, y que a la vez impulsa una verdadera economía circular en torno al agua y la energía. Esos sí serían un verdadero motor de desarrollo social, industrial y agroindustrial para el país. Lo otro, la supuesta “renta” minera, no pasa de ser un espejismo dorado que se derrite frente a la realidad: arriesgar el agua de Cuenca, por tan poco, simplemente no vale la pena.