“La meta final de la verdadera educación es no sólo hacer que la gente haga lo que es correcto, sino que disfrute haciéndolo; no sólo formar personas trabajadoras, sino personas que amen el trabajo; no sólo individuos con conocimientos, sino con amor al conocimiento; no sólo seres puros, sino con amor a la pureza; no sólo personas justas, sino con hambre y sed de justicia” (John Ruskin)
FERNANDO CORDERO CUEVA
6-10-2022
Hace un mes, el 6 de septiembre de 2022, el honorable Consejo Universitario de la Universidad de Cuenca ha reconocido generosamente mis aportes como profesor titular de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo -durante cuarenta años de cátedra- y me ha designado profesor emérito vitalicio de nuestra querida universidad.
En una comunicación que dirigí a la señora rectora, al señor decano de la facultad de Arquitectura y Urbanismo y a todos los integrantes del Consejo Universitario, agradeciéndoles por esa designación que me honra, les decía, parafraseando a Carlos Cueva Tamariz, que, entre las numerosas manifestaciones de injusticia de nuestra sociedad, no es de las menos importantes la subestimación que se hace de la real importancia que tiene la transmisión del conocimiento y la cultura a los jóvenes, que son el presente y futuro de la patria. La labor abnegada y silenciosa que cumple un educador en la cátedra, el aula, el laboratorio, la biblioteca, no tiene, en relación a su importancia, las compensaciones y estímulos que se deberían conceder a tan elevada función.
Los banqueros, comerciantes, industriales, deportistas, artistas de cine y televisión, reciben de la sociedad, a más de gloria y fama, importantes compensaciones económicas. Por oposición la mayoría de los catedráticos y maestros pasan ignorados y cuando llegan los años de la vejez y del retiro, tienen que conformarse con la discreta compañía de una digna y altiva pobreza.
El Consejo Universitario, al designar profesores eméritos a algunos profesores jubilados, no solo ha tenido una reacción positiva frente a esa equivocada conducta social sino que, con esas decisiones, va a propiciar la recuperación, para la educación y la ciencia, de maestros y maestras – que por leyes o decisiones personales debieron jubilarse y alejarse de la universidad- pero siguen dispuestos, en forma totalmente desinteresada, a seguir participando en la incesante búsqueda de conocimientos e innovaciones, junto a los más jóvenes.
En lo personal esta decisión de la Universidad de Cuenca, me ha motivado y emocionado tanto como cuando ingresé por concurso de oposición y méritos a la cátedra universitaria en 1977. Me he llenado de ilusiones e ideas que aspiro poder desarrollarlas en los campos de la docencia, la investigación y la vinculación con la sociedad con colegas profesores e investigadores y con cientos de jóvenes que estoy seguro están dispuestos a crear una verdadera comunidad universitaria intergeneracional.
Felicitaciones querido Fernando, la decisión de la Universidad de Cuenca te hace un justificado reconocimiento, a la vez engrandece a la propia Institución.
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